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lunes, 15 de enero de 2018

EL PODER DE LA COMPASIÓN



En medio de una descomunal extensión de terreno se levantaba una apabullante muralla.
Cuatro personas decidieron descubrir lo que había detrás de aquella colosal muralla. Se dirigieron hacia la misma.
Una de las personas se puso a escalarla, llegó a la parte alta de la misma y sin siquiera volver la cabeza para mirar a sus compañeros, saltó presta al otro lado.
Del mismo modo procedió la segunda persona y con la misma actitud la tercera.
Le tocó el turno a la cuarta persona. Con muchas dificultades escaló la muralla y alcanzó por fin la parte alta de la misma. Miró. ¡Oh maravilla de maravillas! Tras la muralla aparecía el más bello, atractivo y reconfortante jardín que jamás uno pudiera imaginar.
Su primer impulso ante tanta hermosura fue lanzarse sin demora hacia ese vergel incomparable, pero pensó en los demás. Se merecían saber lo que había detrás de la muralla y también aprender a escalarla para acceder al jardín de ensueño.
La cuarta persona se quedó fuera del maravilloso recinto para describírselo a los demás, aleccionarles adecuadamente y ayudarles a que pudieran escalar la muralla y pasar al otro lado.

REFLEXION:
La compasión tiene una fragancia única. La compasión eleva la consciencia y permuta el alma. Es cualidad de cualidades y nos humaniza y enternece. Nos permite no solo ver las necesidades ajenas, sino también atenderlas. Mediante ella nos identificamos con el sufrimiento de los otros y tratamos de aliviarlo; mediante ella evitamos infringir daño a cualquier criatura sintiente. Si algo necesita este mundo es compasión; si algo puede cambiar este mundo es la compasión.
La compasión nos permite identificarnos con el sufrimiento de las otras criaturas, nos abre el corazón, nos da gran poder para poner los medios que procuren felicidad y eviten sufrimiento.
Si reinase la compasión, cambiaría la faz del mundo y este planeta tendría mucho de paraíso y no sería como reza un antiguo adagio “el manicomio de los otros planetas“. La compasión acerca, abre puertas, permite que sintamos a los demás como nosotros mismos y nos ayuda a comprender aquello de “si te hiero, me hiero“.
Por mucho que una persona brille con la mente, si no hay ternura y amor en su compasión, su vida es un fracaso. Buda declaraba: “Dieciséis veces más importante que la luz de la luna, es la luz del sol; dieciséis veces más importante que la luz de la mente, es la luz del corazón“.
Entrevisté en numerosas ocasiones a Vicente Ferrer, quien me comentaba: “Lo único que le pido a Dios es que me dé un corazón de sangre y carne“. Pero, lamentablemente, hay personas que tienen el corazón como un tronco seco y así desconocen el lado más hermoso de su psique. La compasión es amor sin ataduras ni exigencias ni imposiciones.

Un ser humano puede tenerlo todo, pero si no tiene compasión, no tiene nada. R. CALLE

7 comentarios:

  1. Un sentimiento que confundimos con la caridad, la compasión nos ayuda tanto a los demás como a nosotros. Me ha parecido un texto reflexivo y magnifico. Abrazos

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  2. El humanista Ferrer nos habla de la compasión, que choca con la insensibilidad y la falta de entrañas de misericordia de las sociedades desarrolladas hacia el sufrimiento ajeno. Compasión que no consiste en sentir lástima o pena de la pobre gente desde fuera de su mundo, sino, atendiendo a su sentido más profundo y radical, en ser sensibles al dolor de las víctimas, en ponerse en el lugar del otro, de los sufrientes de la historia, de los seres humanos y los sectores más vulnerables, y en estar siempre de su lado, asumiendo sus causas como propias, aun a riesgo de exponer la propia vida.
    Un abrazo Ana..

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  3. Cada vez más, la compasión brilla por su ausencia, cada uno va a lo suyo sin importar el daño que se hace.
    Un beso.

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  4. Últimamente no se ve compasión para nada. Que triste
    Saludos

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  5. Precioso texto y muy bueno para reflexionar.
    Un abrazo

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  6. Me ha encantado, es como dices...

    Si hay corazón tiene que haber compasión.

    Muchos besos.

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  7. Gracias por tus entradas ¡siempre!

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